Jodas con olor a grasa de litio.

[Danielelmusico]

Acá, y por mi cuenta (espero que los jefes estén de acuerdo), inauguro esta sección que tiene por único objeto compartir alguna sonrisa...
Se trata de esas jodas más o menos pesadas que siempre se hacen en los talleres y/o fábricas. Inauguro el espacio con una de la escuela técnica de General Pico, La Pampa, lugar donde trabajé desde julio del '90 hasta febrero del '93, y del que conservo los mejores recuerdos y amigos que pude hacer en el trabajo.
La vieja ENET N° 1 de General Pico era un centro generador y potenciador de genios de las jodas entre compañeros de trabajo; especialmente en el taller.
La mayoría de las anécdotas que voy a transmitirles, ocurrieron antes de que yo llegara, y las volcaré en estas páginas tal cual como me las contaron.
La primera es acerca del método ultraconocido que suele utilizar cualquier chapucero que se anima a desarmar algo que no ha visto jamás antes desarmado, y del que no ha recibido información ni capacitación al respecto. El método es simple: se va desarmando, se anota en un papel el orden de desarme, se mete todo en una lata de dulce de batata para lavar y guardar sin que se pierdan piezas, se lava la caja o carcaza, y con todo limpio, se mira pieza por pieza en busca de grietas, desgastes, roturas, etc. Luego se encargan los reemplazos con las muestras y se arma todo siguiendo el orden inverso... y tiene que funcionar bien.
Es un buen método; pero tiene sus inconvenientes. El más grande de todos es ponerlo en práctica en el taller de una escuela técnica a la que concurren doctores en hijoputeces ocultos en guardapolvo de maestros de taller...
Este fue el caso del Tito, maestro de ajuste, que tenía un 3 CV al que le saltaba la tercera cuando levantaba la pata del acelerador. El Tito pidió permiso al dire para utilizar el taller de la escuela, que tenía una fosa especacular y todo el equipamiento para trabajar en mecánica automotriz. El dire lo autorizó y el Tito llevó el Citrógeno al llerta, sacó el motor con la caja, separó las dos partes y desarmó la caja.
Cuando terminó de desarmar y lavó las piezas en la lata, desculó cuáles eran las piezas gastadas y las apartó para llevarlas al comisionista. Dejó la lata encima del banco de trabajo con todas las piezas dentro y un trapo encima, y esperó a que el comisionista le trajera los reemplazos. Durante este lapso, los amigotes hicieron una de las acostumbradas: le tiraron dentro de la lata un rulemán de moto...
A la semana, el comisionista trajo los reemplazos y el Tito se dedicó a la tarea de armar la caja de velocidades, entró a chequear la lista, armó la caja una vez, la desarmó una vez, y durante una semana repitió la rutina como cuatro veces, y no había caso: le sobraba un rulemán...
Cuando estaba al borde de las lágrimas, el Pepe le confesó la picardía en un recreo, y ante la carcajada general, el Tito lo cagó a trompadas.
No siempre la gente tiene sentido del humor para aceptar una joda. Y les cuento que el Tito estuvo mal, porque esa joda fue una revancha del Pepe por la que el Tito le hizo antes. Esa se las cuento en la próxima.
Bueno; dejo inaugurada la sección, y por supuesto, entre todos la podemos engordar, así que cuenten las que sepan, así nos reímos un rato, que buena falta nos hace...
Abrazo.
Daniel.

[Berna TSX]

habalndo de aceite de caja
recuerdo la epoca que corriamos con un r 12 de pista y se vivia rompiendo la caja
el olor a ese aceite era detestable
es mas hasta el dia de hoy mi hno tiene un buzo que usaba en el taller que nunca se le fue dicho olor!

[Danielelmusico]

Lo del Pepe al Tito fue un desquite. El Tito la empezó...
Resulta que en julio del '75, el Pepe se compró un auto usado, un Taunus del '59 (el del farol ovalado...). Y a los quince minutos de ser el feliz propietario de la máquina, cargó todas las porquerías junto con su mujer (otra porquería...), y se encaminó a Bariloche, al tranco firme. 80 km después, y como si quisiera volverse pa' la querencia, el auto se le empacó. El Pepe no se calentó, y fue derechito al filtro de nafta: tapado totalmente. El Pepe lo anuló, puenteó la manguera y le pegó hasta Santa Rosa. Ahí compró un filtro universal, lo puso, cargó nafta, y le siguió pegando. Llegó a General Acha, y como veía de un solo ojo, y no le gustaba andar de noche, paró en un motel a pernoctar.
Al día siguiente, retomó el tranco y se largó a hacer el camino del desierto (ése que los porteños encaran cuando vuelven a la hora de la siesta, después de morfar en Colonia Catriel, para dormirse en la interminable recta y volcar sin ayuda de terceros...). Antes de llegar a 25 de Mayo (el último pueblito de La Pampa antes de cruzar a Río Negro), se le prendió una lucecita roja en el tablero, la que dice "öhl"...
Como el Pepe siempre tuvo serios inconvenientes con los idiomas (empezando por el español), le dijo a la bruja: Está marcando la reserva, al llegar a 25 cargamos nafta... ¡La puta que resultó gastador!"...
A los pocos kilómetros, el Taunus parecía La Porteña, y se murió nomás, en medio de la nada. Un camionero lo remolcó hasta 25 de mayo, y ahí quedó el Pepe, con todas sus porquerías (incluido el Taunus). Vino a buscarlo un mecánico de Colonia Catriel, que lo remolcó hasta allí, metió el auto en el taller, y lo llevó hasta la terminal de micros. El Pepe le dijo que le hiciera el motor completo, que le mandaba la plata con un conocido que era viajante, y se embarcó a Bariloche.
El día antes de volver de Bariloche, al Pepe lo mordió un pekinés, y caliente como era, hizo la denuncia, detuvieron al perro, le sacaron sangre, llenaron los papeles, y sin saludar al dueño del perro, partió de vuelta. Se quedó en Santa Rosa unos días en la casa de una hermana, y no fue más que llegar a su casa, que recibió un telegrama del Instituto Pasteur de Buenos Aires (porque dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires...), citándolo urgente por la mordedura del perro...
El Pepe pensó que se iba a volver rabioso irremisiblemente, pero quería quedar bien con el mecánico, así que antes de rajar con el cuñado a la gran ubre... digo urbe, sacó la mosca del banco, llamó al sobrino y le dijo que se la mandara con el viajante al mecánico de Catriel. El Pepe cortó clavos de todas las medidas durante el viaje (y el cuñado también, ya que no dejaba de relojearlo y preguntarle si se sentía bien...). Ya en el Pasteur, le hicieron firmar la notificación de que el perro que lo había mordido estaba más sano que él, y eso fue todo. A volverse a Pico (total ¿Qué son 630 km por una ruta hecha mierda?).
La calentura del Pepe no tenía calibre. Para colmo, ya se habían terminado las vacaciones y había que laburar. El Tito, pícaro de la primera hora, empezó a llenarle la cabeza con que el mecánico lo había cagado, se había patinado la guita, y nunca le iba a devolver el auto (que aún no estaba a nombre de él)... todos los días le daba una vuelta de manija. Y contra los pronósticos del Tito, un día lo llamó el mecánico para decirle que el auto estaba listo, y que se había demorado porque de Buenos Aires tardaron en mandar los repuestos.
El Pepe se fue con un camionero hasta Colonia Catriel, le pagó al mecánico una diferencia que había quedado, se subió al Taunus, y salió al tranco de vuelta, mirando el cartel de öhl (que aunque no sabía alemán, desculó que quería decir aceite). El auto era un violín, y al llegar a la escuela el primer día en que lo pudo usar en el pueblo, lo paró en la calle de atrás de los talleres (la calle 7) y le dijo al Tito que todo había salido bien. El Tito, cuando el Pepe se fue para adentro, agarró una aceitera y echó un cuarto litro en el piso, abajo del carter. Salido en el recreo el Pepe, le fue a mostrar el auto a los demás, y uno vio la mancha. El Pepe empalideció, y empujando lo corrió para adelante. El Tito repitió la hijoputez cada vez que el Pepe corrió el auto...
Alertados por la mujer, tuvieron que ir a la casa y jurarle todos por tres veces (incluido el Tito) que había sido una joda, porque el Pepe ya tenía la de dos caños en el baúl del Taunus y arrancaba para Catriel...
Por lo bajo, juró que ya no había paz entre él y el Tito.
Ah, el Taunus anduvo por todos lados manejado por el Pepe, hasta que fue el Pepe el que cantó flor, allá por los '90s.
La próxima tratará de algunas jodas en la escuela de Santa Rosa...
Abrazo.
Daniel.

[Jorge Alejandro OCHOA]

¡¡Grande Daniel!!

[leosolari]

que grande Daniel! sos na maquina de tirar anecdotas!

[Danielelmusico]

La de la escuela de Santa Rosa:
Riverita (maestro de taller, excelente persona, y lamentablemente ya fallecido) tenía una puma 50. La desarmó toda en el taller de la escuela, le hizo él mismo todo el motorcito, la armó, se arremolinaron los compañeros cuando la puso en marcha y... golpeaba asquerosamente. Desarmó todo de vuelta, revisó, midió, se rascó la cabeza, armó todo con más cuidado que antes, y en medio del tumulto de compañeros, la pateó... y seguía golpeando asquerosamente, con un ruido a lata que asustaba a todos. Repitió la operación unas cinco veces con igual resultado...
El ánimo del mecánico se fue trastocando en angustia, que pasó a bronca, que pasó a furia... ante la cargada de todos sus buenos compañeros, que no dejaban de recomendarle socarronamente que la llevara a "alguien que sepa".
Con cada puesta en marcha aumentaba la multitud de compañeros que se ofrecían para ayudar (que o te la sostengo, que vos tenela del asiento, que vos concentrate en darle la patada...), e indefectiblemente, el golpeteo se hacía oír cada vez más fuerte. Riverita montó en cólera, y poco faltó para que rompiera su minúscula camisa (pesaba 60 kg) y se pusiera verde. Pedía a gritos que alguien le alcanzara un encendedor para prender fuego a la máquina HDP... hasta que Walter hizo oír una estruendosa carcajada, ante la mirada cómplice de algunos de los compañeros.
Walter (maestro también, de 1,90 m de altura y 95 kg de peso, atleta amateur y no tan buena persona...) le mostró la pieza que golpeaba: un destornillador Philips, que él hacía sonar contra el guardabarro trasero de la noble pumita en el amontonamiento, sin que Riverita sospechara nada.
Los que lo vieron, cuentan que Riverita corrió hacia Walter, saltó como un mico y antes que Walter pudiera hacer nada, le rompió los lentes, le hinchó la nariz y le cortó la ceja de una trompada. Ah, de paso se quebró la muñeca y se desmayó.
Los amigos son amigos, como dice el tango, y años después del acontecimiento, fui testigo de que se cagaban de risa en cada asado en el que se tocaba el tema.
Saludos.
Daniel.

[jgcastells]

Jajajajajjaja pero que manga de hdps que hay por ahí!

[federico]

esa escuela es un criadeero de hdp ,pasame la dire asi no mando a mis hijos.

segui con las anecdotas no tienen desperdicio.

un abrazo grande

[Berna TSX]

muy bueno daniel

[leosolari]

muy bueno, muy bueno!!!que flor de hdps que hay por ahi! no es que en el interior hay buena gente? jajajaja