Patrocinio industrial y artistas locales
Industrias Kaiser Argentina (IKA) patrocinó las Bienales como una estrategia
empresarial, novedosa para la época, consistente en asociar el prestigio
de la industria con el del arte. El interés por invertir en la cultura
demostrado por una fábrica de automotores -con fuerte presencia de capitales
norteamericanos asociados a otros de origen nacional- no sólo tenía que
ver con las exenciones impositivas ofrecidas por el gobierno, sino con la política
exterior de Estados Unidos en la segunda posguerra, conocida como
Guerra Fría. El campo de la cultura se convirtió en campo de luchas simbólicas
contra el “avance del comunismo”; en esos años, se registraron numerosos
patrocinios de empresas norteamericanas a eventos culturales en distintos
países latinoamericanos.
Los Salones IKA -iniciados en 1958 para artistas locales y provincias del interior-
sirvieron de laboratorio previo a las Bienales, en la medida en que favorecieron
la asociación de artistas, empresa y gobiernos.
Esos Salones, desarrollados en el Museo Caraffa, contaron con la activa participación
de los llamados “Artistas Modernos” de Córdoba: Pedro Pont Vergés,
Marcelo Bonevardi, Ronaldo de Juan, José de Monte, Alfio Grifasi, Raúl
Cuquejo, Tito Miravet, Luis Saavedra, Raúl Pecker, Antonio Seguí, César Miranda
y sus maestros Roberto Viola y Ernesto Farina. Los jóvenes encontraron
un espacio nuevo para exponer sus obras, con importantes premios, y
una oportunidad para intercambiar o debatir sus ideas acerca de las tensiones
entre figuración y abstracción, el rol del arte en la sociedad, las búsquedas
identitarias, entre las más importantes preocupaciones de la época.
http://www.dapcordoba.com.ar/introducci ... s-sesenta/
y hoy podemos volver a disfrutarlas
Aquellos años transformadores: las bienales IKA de la década de 1960
https://www.lavoz.com.ar/numero-cero/aq ... da-de-1960
Un cielo de imágenes invita a recorrer la muestra “Poéticas latinoamericanas en la Colección IKA Córdoba 1958-1966”, en el museo Evita Palacio Ferreyra. En el recorrido, la irradiación visual del collage no cesará. Y continuará, pasando este arco hipnótico donde el clima de época llega con su impronta gráfica y colorida: lo que pasaba en el cine y en la política, lo que circulaba, se exhibe a modo de zapping en papel.
Luego, la muestra se mete de lleno en un torrente histórico, en blanco y negro, que empieza en el año 1958 para atravesar la fabulosa década de 1960, una época intrépida que conduce al imaginario de lo que fueron las famosas “bienales de Córdoba”, como se llamaba popularmente a las Bienales Americanas de Arte.
Para esta exposición, la curadora Cecilia Irazusta y la investigadora María Cristina Rocca pensaron en sumergir al visitante en una estela de imágenes y palabras que da contexto a la propuesta, asentada en un conjunto patrimonial compuesto, principalmente, por increíbles piezas artísticas. Pero no son sólo pinturas, también archivos audiovisuales, música, catálogos originales y fotografías. Un todo de fuerte carácter documental para acceder, ponerse a mirar, leer y escuchar.
Para entender el origen de la muestra, Irazusta y Rocca observan que tanto los salones IKA (de alcance nacional) como las Bienales Americanas de Arte (latinoamericanas), patrocinadas por Industrias Kaiser Argentina (IKA), sumados a la participación activa de artistas, de Estado y de público, posibilitaron que circularan entre 1958 y 1966 en esta ciudad obras cuyas poéticas daban cuenta de lo que acontecía más allá de la frontera, “revoluciones urgentes, búsquedas comprometidas, memorias identitarias, imaginarios científicos y tecnológicos, irreverencias juveniles, comunicaciones masivas”.
Después de pasar por este túnel del tiempo, la exposición derrama potencia artística y se detiene en un importante conjunto de obras que forman parte de la Colección IKA-Córdoba (dentro de la colección oficial de la Provincia), acompañadas de imaginarios y de relatos, fundamentalmente visuales. Material que “destrama y trama relaciones para acercarnos a estas poéticas latinoamericanas exhibidas en aquellos años, donde se conjugaron las vivencias de los artistas y los modos en que se situaron ante sus entornos y estéticas de la época”, sostienen Irazusta y Rocca.
Como un punto entre tanto para ver, la gráfica de las bienales recuerda la pregnancia visual que tuvo su difusión. En una de las vitrinas, una tapa de la revista Hogar testimonia la relevancia de las bienales y cómo se promocionaban obras de artistas, como la del destacado venezolano Carlos Cruz Diez, en una publicación de circulación masiva. En esa portada, la gran obra de Cruz Diez, Physicromie 250 (Gran Premio en la tercera edición de la Bienal Americana de Arte), que está colgada ahora en el museo, se reproduce en blanco y negro.
Esta y otras obras se exhiben en una de las cinco secciones en que se divide la muestra, titulada “Investigaciones visuales”. En plan vanguardista, Cruz Diez apostaba a una obra de arte que no aludiera ni a la naturaleza, ni al símbolo, ni a convenciones visuales de la pintura tradicional.
Antes de llegar tan lejos, hablando en términos de vanguardia artística, la muestra comienza con los “Existencialismos” exhibiendo el crudo espíritu de la agitada década de 1960, en la que palabras como libertad, incertidumbre, angustia o compromiso (como muy bien consigna el programa de mano) estaban impresas a fuego en obras como las de Ernesto Deira, Rómulo Macció y, en particular, las de los cordobeses Oscar Curtino, Roberto Viola y José De Monte.
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1966
Un cambio abrupto se siente al llegar a la zona de “Vuelos cósmicos”, y el drama se detiene. Aquí la muestra ensaya una fuerte apuesta al poner en escena obras de artistas “impactados por la expansión del mundo moderno y por la carrera espacial”. La experimentación en cuanto a lenguajes y técnicas, la huida de las formas convencionales también se pueden vivenciar aquí en piezas como la archiconocida Relaciones públicas, de Jorge de la Vega, de 1966, otro de los artistas de la Nueva Figuración junto con Deira y Macció.
Otras dos piezas accionan en esta parte donde, si se quiere, los años de 1960 se sienten de manera más festiva. Estas son Sobre N° 10, de Luis Arias Vera, representando un sobre de carta del tamaño de un cuadro grande, y Construcción para la percha de James Bond, de Eric Ray King, ambas obras de 1966. Otros aspectos que completan la trama artística de la década quedan en los conceptos de “Identidades” y “Apropiaciones de Medios”.
Entre el inevitable deleite visual y la reflexión que se impone, se abre un espacio para traer aquellos años al presente, cuando Córdoba estuvo en la agenda del arte internacional, algo hoy impensable, pero que al menos deja abierta la puerta para repensar desde el patrimonio que se conserva, cuestiones latentes como el devenir de la producción local en diálogo con un escenario más amplio. En muchos sentidos, ojalá volviera la fuerza transformadora de esos años. Aquí está esta muestra para revivirla.
La muestra
"Poéticas latinoamericanas en la Colección IKA Córdoba 1958-1966". Museo Palacio Ferreyra (Yrigoyen 511). Salas A y D del subsuelo. Curadora de la muestra: Cecilia Irazusta. Investigadora: María Cristina Rocca. Martes a domingos de 10 a 20. La muestra se podrá visitar hasta 2020. Horario de enero: de 10 a 13 y de 18 a 21. Entrada: 50 pesos o 100, pagando entrada compartida con los museos de plaza España.
La muestra en el museo Evita-Palacio Ferreyra rastrea la escena de la década de 1960, en las Beienales IKA, y abre la reflexión.
