"1000 Millas Históricas" (2014)

[Jorge Alejandro OCHOA]

¡¡¡Grande Wally!!!

[sebas7510]

pregunta aparte y quiero que respondan con una mano en el corazón; la gente se dió cuenta de lo que pasaba con estas tres guerreras???????
Pregunto en serio no de mala leche, quiero saber que sintieron la gente que no es amante de torino como nosotros, siquiera se enteraron????????

El público si estaba al tanto de los Torinos y por cada localidad que pasábamos, los aplaudían, le sacaban fotos o gritaban "Fierroooooooo". Se armó un lindo tumulto en la YPF de San Martin de los Andes cuando paró a cargar nafta la 2. En cuanto a los participantes de la carrera no puedo decir lo mismo. Medio que la miraban de reojo, asistieron muy pocos corredores al homenaje en el microcine del LLao LLao y hablando con algunas personas les puedo asegurar que a estos tipos solo les importan sus Bugattis, Austin Healey, Ferraris, MG, alfas, etc.......

Lamentablemente esta gente es así, basta con ver los comentarios en "retrovisiones" para darse cuenta que lo de retro es por retrogrados...
Un abrazo

[Jorge Alejandro OCHOA]

Tal como se lo había encargado, Francisco "Pancho" SUÁREZ cumplió, y me envió su relato de las pasadas "1000 millas históricas", disputadas en los lagos del sur. Esta es la primera parte del relato, donde nos va contando sus impresiones, y un poco las "desventuras" vividas en haras de poner a la coupé n° 2, que con tanto cariño y trabajo se dedicara a recuperar junto a su padre Mario, en condiciones de participar. El relato de "Pancho":

Mis mil millas en un Torino de Nürburgring


"Las mil millas, es una carrera de larga duración dividida en varias etapas, que como de costumbre generan anécdotas de aventuras inimaginables, en lugares con paisajes soñados. Pero para mí, son y fueron mucho más que eso, especialmente por haber podido concretarla en un Torino, auto que desde chico que le tengo mucho cariño y un gran aprecio.


Mi aventura comenzó al llegar a Bariloche, donde cerca del mediodía, fuimos con mi papá a retirar el auto del sector de cargas del Aeropuerto, donde permanecía junto a los demás vehículos participantes del evento. De allí, teníamos que ir con la coupe hasta el hotel, donde aguardaba un comité de bienvenida. Desafortunadamente, cuando teníamos todo listo para partir, el auto no quería marchar. Notamos entonces, que el causante era una falta de combustible. En ese momento, nos dijimos con mi papá que teníamos que conseguir nafta de algún modo, porque si no íbamos a estar en el aeropuerto más tiempo que lo planeado. En busca de una solución, intentamos obtener combustible de los camiones de los transportistas de los autos, pero no tuvimos éxito. Luego, uno de los participantes que notó lo que nos estaba sucediendo, muy gentilmente nos ofreció su ayuda, para ello nos sugirió que le sacásemos nafta a su auto, pero por infortunio, la manguera que teníamos para la ocasión, no tenía forma de acceder al tanque de combustible de su Porsche. Y entonces, empezábamos a preocuparnos.


Mientras tratábamos de hacerle llegar al motor el escaso combustible que había, soplando la manguera del respiradero del tanque, se acercó un muchacho con un Chevrolet Corsa blanco. Éste joven llamado Pablo Mena, nos dijo que nos había conocido en una de las cenas a la que asistimos en el Club de amigos del Torino, y nos aclaró que había sido enviado a la carrera por el CAT, a pedido de Jorge Alejandro Ochoa, para cubrirla y hacer de apoyo nuestro. En consecuencia, nos preguntó si requeríamos de alguna asistencia, y al comentarle lo que nos estaba pasando, Mena, con mucha amabilidad, nos propuso ir con su auto a la estación de servicio más cercana a buscar combustible. Como el aeropuerto está en las afueras de la ciudad, la estación de servicio más cercana, por desgracia, estaba a unos largos 17 km, siendo así un viaje que además por tener que conseguir un bidón en una ferretería, duró aproximadamente una hora. Al volver al aeropuerto, se procedió a cargar el tanque con el combustible comprado, y el auto arrancó sin problemas.


El auto lo habíamos terminado de armar dos días antes de la carga en Buenos Aires, debido a esto no tuvimos tiempo siquiera de probarlo. Por ese motivo, cuando íbamos para el hotel, con Pablo siguiéndonos, advertimos que el motor del auto no estaba funcionando correctamente porque estaba andando en 4 cilindros. A su vez, teníamos una seria complicación con la dirección del auto, que se lo otorgábamos al ancho de las ruedas, que por su gran tamaño, copiaban la huella del camino, y hacían difícil la tenida.


Arribamos al hotel como a las cuatro de la tarde, extenuados por el viaje, y por el drama del combustible. Nos saludamos con Pablo, y nos despedimos hasta el día siguiente. Esa misma tarde, como los nervios nos doblegaban, nos dispusimos a tratar de arreglar los inconvenientes que tenía el auto. Cuando estábamos sacando las bujías para ver cuáles fallaban, se arrimó un Torinero de la zona, que nos transmitió habernos conocido a través de un comentario de un repuestero en común; nos dijo que era mecánico, y agregó que desde que tenía doce años sabía cómo arreglar los Torino que pasaron por su familia. El mecánico en cuestión llamado Héctor Álvarez, nos comentó como resultado de lo que estábamos efectuando, que tenía un juego de bujías, nuevas originales de la época, en su casa, que nos podían ser de gran utilidad, fundamentalmente, porque cuando sacamos nuestras bujías, nos dimos cuenta de que eran todas diferentes, y que había un par inservible. No habiendo podido vencer a los contratiempos que el auto presentaba, volvimos al hotel, cenamos y nos fuimos a dormir muy angustiados.


A la mañana siguiente con las pilas más recargadas, pero un tanto cabizbajos todavía, nos comunicamos con Pablo para tratar de conseguir un juego de bujías. Afortunadamente, al poco tiempo de haber hablado con Pablo, apareció Héctor con su flamante coupe Torino Tsx, color turquesa, y trajo consigo el juego de bujías que nos había contado. Él, sin ningún tipo de egoísmo, se enfiló a cambiar nuestras bujías por las nuevas que había traído. Estando las bujías nuevas colocadas, le dio arranque al auto, y el problema de los 4 cilindros se disipó. Pero al mismo tiempo, nos dijo que el auto estaba muy mal carburado ya que el motor arrancaba, hacía varias explosiones, y luego se paraba. Entonces, para corregir el problema, empleó un destornillador largo punta plana, que tenía en su caja de herramientas, y tanteando cada uno de los tres carburadores, el motor repentinamente quedó regulando. Asombrados mi papá y yo, por la capacidad de Héctor como carburista, le preguntamos cómo era que sabía tanto de carburación, y nos dijo que había trabajado varios años como mecánico en un taller especializado en bmw, que habían puesto en Capital Federal, los maestros de nuestro deporte motor, Rolo de Álzaga, Eduardo Copello, Pablo Facchini y Pascual Puoppolo. Considerando que Héctor era un entendido en materia automovilismo, le expresamos la dificultad que teníamos con la dirección, y nos dijo que íbamos a poder soslayarla en el taller de alineación de un amigo suyo, pero que era crucial que fuésemos primero a su casa a revisar la luz de válvulas de admisión y escape, entre otras cosas.


Siendo casi el mediodía, lo llamamos a Pablo para cancelar la compra de los repuestos, entonces se vino al hotel y de ahí fuimos a la casa de Héctor. Al poco tiempo de entrar a lo de Héctor, llegó un amigo torinero de Neuquén, llamado Juan Pablo Gonzalez, que hacía años que no lo veíamos, y junto con él estaba otro torinero neuquino llamado Javier Marcon. Entre todos los que estábamos en la casa, sacamos la tapa de válvulas, y la limpiamos bien para sacarle un sellador innecesario, que tenía aplicado en toda la superficie de apoyo de la goma. Javier y Héctor se encargaron de medir la luz de admisión y escape. Marcon que nos dimos cuenta que era un gran conocedor identificó algo que no estaba bien en el distribuidor, y descubrió que le faltaba el carbón, por lo que, le colocó uno que tenía Héctor de repuesto. Además, cuando se le dio marcha al motor luego de haber subsanado las fallas de distribuidor y luz de válvula, Javier volvió a regular los carburadores y el motor quedó aún mejor. Después de haber estado cuatro horas seguidas interviniendo en el auto, comimos unas exquisitas empanadas caseras, aproximadamente a las cinco de la tarde.


Una hora después, avisada por algún torinero de la región, nos visitó la comunidad torinera de Bariloche, que estaba muy emocionada, y no paraba de sacarle fotos al auto. Después del almuerzo-merienda, nos fuimos al taller de alineación, donde el amigo de Héctor nos dijo que el auto estaba terriblemente desalineado, lo cual nos desconcertó por completo, debido a que, el auto había sido alineado en Buenos Aires, un día antes de la carga. Además de alinearlo al auto, tuvo que agregarle unos suplementos a la dirección para corregir el avance. Cuando el auto quedó listo, nos sacamos unas fotos espectaculares con todos con el paisaje del imponente lago Nahuel Huapi como fondo. Después, Héctor fue a probar el auto con mi papá en la avenida anexa al taller, y quedó muy conforme con todo el arduo trabajo realizado, pero no lo suficiente porque nos dijo que habían más cosas para hacerle todavía al auto antes de que empezase la competencia. Hector y Javier, nuestros mecánicos ilustres, se percataron que había que sujetar mejor la cola de escape ya que estaba medio salida la abrazadera haciendo que golpeara contra la carrocería producto de las sacudidas que las depresiones en las carreteras ocasionaban."(continuará...)



Saludos.

[leosolari]

que buen relato, y que mejor que de la boca del protagonista. Párrafo aparte para agradecerle tanto a Pablo Mena como a los demas torineros que dieron una mano desinteresada para ayudar Francisco. GRACIAS!

[Jorge Alejandro OCHOA]

"Era cerca de la hora de la cena, y como teníamos que irnos al hotel, Héctor nos preguntó si acordábamos en dejarle el auto para que le hiciera las reparaciones correspondientes. Aceptando su propuesta, se lo dejamos y Pablo nos llevó al hotel. Tanto Héctor como Javier, trabajaron toda la noche de corrido. Repararon el escape, e hicieron una repasada en general.


Al día siguiente, nos levantamos bien temprano. Con mucho mejor humor, desayunamos y nos reencontramos con Javier y Héctor en el hotel, media hora antes de nuestra largada oficial de la carrera. Conversamos un poco sobre las mejoras que pudieron lograr con el auto, y al rato nos subimos al Torino para dar inicio a nuestras mil millas.


Largamos media hora después del primer coche. En un primer momento, notamos que el auto había mejorado notoriamente al andar, lo cual nos levantó mucho el ánimo.


El primer día de la competencia se hizo bastante largo sobre todo por la cantidad de recesos y pruebas que hubo. Por fortuna, el auto anduvo muy bien y no tuvimos ningún percance. De todas formas, Javier, Héctor y Pablo nos siguieron toda la primera etapa como sostén, por lo que estábamos más que agradecidos.


La primera etapa hizo su cierre en el Centro Cívico de Bariloche, lugar donde una multitud aguardaba la llegada de los autos. Al llegar allí, la gente empezó a aplaudir de una forma muy impresionante, con un gran sentido de patriotismo, sobre todo la gente que tenía muy presente la gesta de los Torino en Nürburgring. Para más, el locutor que describía a los coches que llegaban, nos pidió si podíamos mostrarle al público presente el vano motor del auto. Cuando levantamos el capot, fue como si la intensidad de aplausos se hubiera triplicado, lo cual nos produjo una gran emoción.


De vuelta ya en el hotel, me acordé que tenía que ir al aeropuerto a buscar una encomienda en la que venía el flotante del tanque de combustible, y la llave de repuesto del auto, que me había mandado mi abuela, gracias a la gestión de un piloto amigo. Le comenté a Pablo la situación, y me dio la confirmación para ir a buscarla. Al llegar al aeropuerto, fuimos al sector de cargas donde teóricamente estaba la encomienda. Preguntamos por el paquete, y nos mandaron al otro extremo del aeropuerto, que por las distancias, tuvimos que ir necesariamente en auto. Llegamos a dicho sector, y preguntando y repreguntando, dimos con suerte, con el piloto que tenía en su poder la encomienda, y por fortuna, fue poco tiempo antes de que tripulara el próximo vuelo. Con la encomienda en manos, volvimos al hotel y allí se la entregamos a Héctor que nos esperaba para colocar el flotante. Como ya había anochecido, le volvimos a dar el auto a Héctor para que se lo llevara. Otra vez, como los dedicados mecánicos que fueron, y sobre todo grandes personas, Héctor y Javier no descansaron en toda la noche para poder instalar el flotante, y repasar todos los elementos de fijación del auto.


La segunda etapa, comenzó de nuevo a la misma hora que la primera. Héctor y Javier nos esperaron desde temprano con el auto en el hotel. Esta etapa fue más linda porque tuvo como atractivo el cruce a Chile, donde se almorzó y se hizo una prueba. La parte negativa fue el largo rato que hubo que esperar en la frontera para pasar. Nuevamente, Héctor y Javier nos siguieron como auxilio en todo el trayecto. El auto funcionó bárbaro, ya que en un momento pudimos orillar los 200 kph. Recién en el Bolsón, volviendo de Chile, el auto dio señales de anomalías funcionales. Mientras estábamos haciendo una prueba, en una bajada casi nos llevamos por delante un Porsche, por habernos quedado sin frenos. Al comentarle a Héctor lo sucedido, se puso a revisar la bomba de freno, y notó que uno de los depósitos de líquido de freno estaba prácticamente descargado. Entonces recargó dicho depósito, y seguimos con la carrera, pero con la directiva de Héctor, de probar el pedal del freno cada tanto para ver si cargaba, y sobre todo con el consejo de no ir muy fuerte. Héctor, desde el Bolsón, no pudo seguirnos más porque tuvo que ir a visitarla a la hija que hacía poco había dado a luz.


Cuando estábamos volviendo de El Bolsón, nos llamó Pablo diciéndonos que había arribado su esposa, y que quería saber donde estábamos para seguirnos hasta la finalización de la etapa. Nos reencontramos con él, próximos a Villa la Angostura. Como sabía que él tenía ganas de subirse al auto, lo invité a que hiciera la prueba siguiente. Pablo, aceptó, y le pidió a su esposa que filmara cuando se subía al auto porque para él era como un sueño cumplido. El reglamento de las mil millas permite nada más que a los propietarios de los autos, que manejen sus autos, debido a una cuestión de seguridad para evitar posibles inconvenientes. Por eso mismo, lo tuvimos que disfrazar a Pablo como si fuese mi papá, poniéndole anteojos de sol, y una gorra para que ninguna persona de la organización sospeche nada. Hice la prueba como acompañante suyo, y la alegría que tenía él al manejar el auto era algo espectacular. Para capturar ese momento, Pablo me pidió que lo filmara en todo el recorrido. En una oportunidad, mientras él estaba haciendo la prueba, me preguntó si yo ya había manejado el auto, y al contestarle que no, le expliqué que no lo hice por una falta de confiabilidad que tenía para mí el auto, por no haber sido testeado en Buenos Aires, como se debía. Logrando Pablo convencerme para que hiciera la otra mitad de la prueba, me subí al auto, y desde que puse primera, empecé a sentirlo de lleno. Mientras aceleraba la marcha, me daba cuenta lo que era un auto de carreras, y mi fascinación por el auto aumentaba proporcionalmente a la velocidad alcanzada, y el rugir de su motor.


Un abrazo"

[leosolari]

por momentos se me caen las lagrimas de la emocion, que toda la gente aplauda y reconozca el Torino, que Pablo lo haya manejado tambien, porque me pongo en su lugar y me emociono. Gracias Jorge y no dejes de transcribir el relato!

[Gato]

Muy buen relato! Se me pone la piel de gallina. Que privilegio el de Pablo, poder haber estado al volante de esa máquina!

[jgcastells]

Gracias Pancho por el relato.

[sebas7510]

Excelente! que buen relato y que buenas vivencias

[wallytsx]

Excelente relato!! me llenó de emocion y recuerdos!

muchas gracias!